Hoy celebramos la fiesta de una mujer
que para los frailes y para la Iglesia Universal es de una gran talla
espiritual, maestra en el camino de la búsqueda de Dios, Santa Clara. Es bastante menos conocida que san Francisco
y, como suele suceder, su soporte y apoyo que dio a Francisco y a sus frailes,
corre el riesgo de quedar en el anonimato.
En ello está su grandeza, en ser pilar que sostiene la renovación de la
Iglesia desde lo profundo, aunque no se vea. Y escogió este camino porque a
ello estaba llamada, como san Francisco, a amar a Dios sobre todas las cosas,
tener sólo a Dios como su todo, su más grande riqueza. Y ella es feliz con el
tesoro escondido y la perla preciosa que ha encontrado. Y nadie le quitará esa
parte mejor.
Verdadera madre espiritual de los
frailes, nos enseña a mirarnos en el espejo de la sabiduría de Dios,
Jesucristo, y mirándolo descubrir la belleza que ha sido plasmada en nosotros, criaturas de Dios, y en todas las demás criaturas. Con esta intuición
magnífica, la del espejo, nos muestra un camino de conocimiento interior que
tiene como meta abismarnos en las profundidades de Dios. Somos de Dios, de Él
venimos, y sólo mirándolo a Él podemos descubrir quiénes somos realmente y el
gran Amor con y por el que hemos sido creados, para llegar a exclamar como ella
con un corazón agradecido: ¡Bendito seas por haberme creado!
¡Dichosa
tú, hermana Clara, que has creído!
0 comentarios :
Publicar un comentario