Desde el día en que fue anunciada la dedicación del año 2015
a la vida consagrada, el Papa
Francisco no ha dejado de subrayar la belleza y profundidad que radica en el
estilo de vida religioso. En esta pequeña sección, simplemente quiero compartir
con ustedes algunas de esas frases del Santo Padre que bien nos pueden servir
de guía en la preparación de alguna meditación personal o comunitaria:
Los religiosos “son
hombres y mujeres que pueden despertar al mundo. La vida consagrada es profecía”;
la vida religiosa debe “formar religiosos
que tengan un corazón tierno y no ácido como el vinagre. Todos somos
pecadores, pero no corruptos. Hay que aceptar a los pecadores, no a los
corruptos”;
“el testimonio de una vida evangélica es lo que distingue al discípulo misionero y, especialmente, a los que siguen al Señor en el camino de la vida religiosa. Y el testimonio profético coincide con la santidad”; “todo carisma para vivir y ser fructífero está llamado a descentrarse, para que en el centro esté sólo Jesucristo. No hay que guardar el carisma como una botella de agua destilada, hay que hacerlo fructificar con coraje, confrontándolo con la realidad actual, con las culturas, con la historia, como nos enseñan los grandes misioneros de nuestros institutos”;
la vida consagrada puede dar testimonio de fraternidad, “de que se puede vivir juntos como hermanos en diversidad porque la comunidad no se elige antes; uno se encuentra con personas diversas por carácter, edad, educación, sensibilidad (…) y sin embargo se intenta vivir como hermanos”;
“las personas consagradas son un signo de Dios en los diferentes ambientes de la vida, son levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, profecía del compartir con los pequeños y los pobres”;
así entendida y vivida “la vida consagrada se nos presenta como es realmente: ¡un don de Dios! Cada persona consagrada es un don para el pueblo de Dios en camino. Hay mucha necesidad de estas presencias, que fortalecen y renuevan el compromiso de la difusión del Evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa; el compromiso de la formación humana y espiritual de los jóvenes, de las familias; el compromiso por la justicia y la paz en la familia humana”.
“el testimonio de una vida evangélica es lo que distingue al discípulo misionero y, especialmente, a los que siguen al Señor en el camino de la vida religiosa. Y el testimonio profético coincide con la santidad”; “todo carisma para vivir y ser fructífero está llamado a descentrarse, para que en el centro esté sólo Jesucristo. No hay que guardar el carisma como una botella de agua destilada, hay que hacerlo fructificar con coraje, confrontándolo con la realidad actual, con las culturas, con la historia, como nos enseñan los grandes misioneros de nuestros institutos”;
la vida consagrada puede dar testimonio de fraternidad, “de que se puede vivir juntos como hermanos en diversidad porque la comunidad no se elige antes; uno se encuentra con personas diversas por carácter, edad, educación, sensibilidad (…) y sin embargo se intenta vivir como hermanos”;
“las personas consagradas son un signo de Dios en los diferentes ambientes de la vida, son levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, profecía del compartir con los pequeños y los pobres”;
así entendida y vivida “la vida consagrada se nos presenta como es realmente: ¡un don de Dios! Cada persona consagrada es un don para el pueblo de Dios en camino. Hay mucha necesidad de estas presencias, que fortalecen y renuevan el compromiso de la difusión del Evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa; el compromiso de la formación humana y espiritual de los jóvenes, de las familias; el compromiso por la justicia y la paz en la familia humana”.
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