Ecumenismo y comunión

lunes, 19 de enero de 2015
Hablar de unidad, comunión y ecumenismo hoy es todo un reto. La armonía que Dios puso en la creación, no se basa en la uniformidad, sino en la pacífica convivencia en la diversidad, que nace del reconocimiento de la dignidad de cada ser humano (y de cada cosa creada) simplemente por recibir de Dios el don de existir. En esta ocasión, con motivo de la semana de oración por la unidad de los cristianos, quiero compartir con ustedes dos pequeños fragmentos de dos fuentes distintas: (click en ellos para ir al artículo completo)

  -el primero, tomado de un artículo publicado por "aleteia.org" titulado "No hay comunión sin ecumenismo";
  

1.) La reforma de la Iglesia que nos trae el Papa Francisco es también ecuménica. Una Iglesia menos autorreferente, una Iglesia en salida, es una Iglesia más ecuménica. No es difícil constatar que uno de los más preclaros termómetros del espíritu de comunión en la Iglesia es la sensibilidad ecuménica. Por un lado es evidente que quien no le da importancia a la comunión entre los católicos, menos valorará la comunión con los cristianos no católicos. Por otro, quienes tienen una concepción un tanto cicatera de la comunión, basada en la uniformidad y no en la unidad en la pluralidad, o basada en una actitud auto-defensiva de la identidad católica, tampoco entiende de ecumenismo, pero porque en realidad lo que no entiende es de comunión.


2.) El ecumenismo espiritual, que tiene su momento culminante en la Semana de oración por la unidad de los cristianos, vive y se desarrolla a través de innumerables canales, que verdaderamente sólo el Señor ve, pero que a menudo también nosotros tenemos la alegría de conocer: es una red mundial de momentos de oración que, desde el nivel parroquial y el internacional, difunden en el cuerpo de la Iglesia el oxígeno del genuino espíritu ecuménico; una red de gestos, que nos unen trabajando juntos en tantas obras de caridad; y es también una comunión de oraciones, de meditaciones y de otros textos que circulan en la web y pueden contribuir a aumentar el conocimiento, el respeto y la estima recíprocos.

Respecto al ecumenismo de la sangre, precisamente la Unitatis redintegratio invitaba a valorarlo, reconociendo en los hermanos y en las hermanas de otras Iglesias y Comunidades cristianas la capacidad —donada por Dios— de dar testimonio de Cristo hasta el sacrificio de la vida (cf. n. 4). Dicho testimonio no ha faltado jamás durante estos cincuenta años y sigue también en nuestros días. Nos corresponde a nosotros acogerlo con fe y dejar que su fuerza nos impulse a convertirnos en una fraternidad cada vez más plena. Quienes persiguen a Cristo en sus fieles no hacen diferencia entre las confesiones: los persiguen simplemente porque son cristianos.
Durante estos meses, encontrándome con tantos cristianos no católicos, o leyendo sus cartas, he podido ver que existe, a pesar de cuestiones abiertas que aún nos separan, un deseo generalizado y fuerte de caminar juntos, de rezar, de conocer y amar al Señor, de colaborar en el servicio y en la solidaridad con los débiles y los que sufren. Estoy convencido de esto: en un camino común, con la guía del Espíritu Santo y aprendiendo unos de otros, podemos crecer en la comunión que ya nos une.

Hermano, te invitamos a ofrecer una oración diaria 
por la unidad de los cristianos, 
ya sea en tu oración personal, en tu Rosario, 
en el momento de Adoración a Jesús Eucaristía, 
o, por qué no, celebrando la Eucaristía 
con esta intención.

PAZ Y BIEN.

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